Siempre que escuchamos que el costo de la vida sube otra vez, uno de los indicadores de referencia es la canasta básica familiar.
Confieso que hasta hace unos años, yo muy ingenuamente pensaba que la canasta básica era producto de un trabajo minucioso en el que te decían de qué productos debía consistir un super para una dieta nutritiva y balanceada. El Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá (escribiendo esto me enteré de su existencia), la define como “el conjunto de alimentos, expresados en cantidades suficientes para satisfacer las necesidades de calorías de un hogar promedio”. Esta consiste de 10 grupos alimentarios: cereales, carnes, huevos, leguminosas (frijoles, porotos, lentejas), grasas, azúcares, lácteos, frutas, verduras y misceláneos.
Hubiera pensado también que la canasta básica incluiría productos de primera necesidad como artículos de aseo personal o limpieza del hogar, pero ese tampoco es el caso. Incluso, los productos de higiene femenina como toallas sanitarias y tampones pagan impuesto, pero eso lo voy a dejar para otro día.
Las noticias que generalmente se publican sobre este tema citan un informe llamado “Costo calórico de las canastas básicas familiares de alimentos”, que elabora la Dirección de Análisis Económico y Social del Ministerio de Economía y Finanzas.
El informe más reciente es el de agosto 2017. En sus notas indica que la definición de “canasta básica” utilizada es la misma del INCAP, pero también dice que “procura reflejar los gustos y preferencias alimenticios de los hogares”. Hmmm…
Según esta última publicación, la canasta básica para los distritos de Panamá y San Miguelito tuvo un costo de $303.45, lo cual muestra un alza de $1.28 (0.43%) respecto a julio. Esta alza es atribuida al encarecimiento de productos en los grupos de leguminosas, frutas, lácteos, huevos, carnes y misceláneos. En contraste, la canasta básica para el “resto urbano”, es decir, las cabeceras de las demás provincias, tuvo un costo de $279.34, (7.95% menos que para la capital). A pesar de que supuestamente hubo un abaratamiento en los grupos de vegetales y verduras, grasas, misceláneos, azúcar, leguminosas y cereales, la rebaja sólo fue de tristes 20 centavos.
Desempolvando la despensa
De cuando en cuando escucho que tal producto salió o entró en la canasta básica, así que quise ver cómo se veía la despensa del panameño hace cinco años.
El informe de agosto 2012 es un poco más explícito al indicar que su listado se basa en los productos de mayor consumo reportado en la V Encuesta de Ingresos y Gastos de los Hogares 1997/1998 (o sea, que estaban usando data con más de 10 años). Algo sí queda claro: cuando hablamos de canasta básica nos referimos a cuáles son los productos que el panameño compra para cubrir sus necesidades de alimentación, ya sea porque eso es lo que puede pagar o lo que según su educación piensa está bien.
Entonces la canasta básica estaba en $314.80, es decir 10.35% más cara que hoy. Y si piensas que eso es bueno, me vas parando ese carrito ya.
Aparentemente la canasta básica hoy es más barata, pero si miras con detenimiento la lista de hoy contra la de hace cinco años, verás que hay ciertas diferencias en los productos específicos dentro de las distintas categorías (miren el anexo 1).
Viendo los productos específicos, notarán por ejemplo, que en la categoría de pescados, hace cinco años, la cojinúa era un pescado comúnmente comprado y en 2017 no aparece en la lista, pero sí la sardina, que se compra en lata, que en las carnes preparada entró la mortadela, o que ahora es más común comprar azúcar morena, que es más barata que la blanca. En resumen, la canasta básica se ha abaratado, no porque los alimentos hayan bajado de precio, sino porque el panameño está seleccionando opciones más baratas (con el azúcar no puedo decir a ciencia cierta si es un tema de salud o precio).
Habría que factorizar también el efecto del control de precios y como esto habría impactado los precios en productos no incluidos en la lista. Algo que me llamó un mundo la atención es que, si te vas a la sección de “misceláneos” verás que la soda está incluida. Al menos el chiwí queda fuera… *rolls eyes*
Ahora que ya sabemos cómo se revuelve esa olla, comparto un par de tips para que no nos volteen el bolsillo a nosotros.
- Revisa tu despensa para no llegar con cosas que ya tienes.
- Ve siempre con una lista y apégate a ella.
- No vayas con hambre. Todo se ve rico y quedas comiéndote las galletas mientras haces el shopping.
- Mira todo el estante, no sólo lo que está a nivel de tu vista.
- Compara precios entre marcas y el precio unitario entre distintas presentaciones para ver qué te sale más conveniente.
- No temas a probar marcas menos publicitadas.
- Si te venden productos en grupo, asegúrate que el precio unitario sea menor que si te lo vendieran suelto.
- Ve con el tiempo medido. Si no tienes apuro, es posible que te quedes viendo y eches en la carretilla cosas que no debes.
- Evita comprar productos para los que no tengas un plan específico aunque estén en oferta. Después ahí se quedan y botaste la plata.
- Si tu super ofrece algún programa de lealtad, afíliate que algo siempre sacas.
- Dale seguimiento a los gastos mensuales de super.
- Visita el mercado de abastos.
- Compra frutas de temporada. Piña y papaya hay casi todo el año. Para el verano: sandía, mango, melón y marañón.
- Si tienes patio, un palito de guandú o papaya es fantástico. Aunque vivas en apartamento, puedes sembrar plantas como ají, tomate o culantro.
Y aquí está. No importa si compras víveres solo para ti o una familia de 3.5, todos nos merecemos una alimentación rica y saludable y que el cheque no se vaya solamente en eso.