Me atrevo a decir que a lo largo de la pandemia, una de las medidas más rodeadas de mitos urbanos ha sido la moratoria. Primero que si la Asamblea aprobaba, luego que si Nito hacía acuerdos con los bancos, que cuánto iba a durar, qué iba a pasar cuando esto terminara…
Hoy, a más de un año de su sanción inicial y luego de un par de modificaciones y extensiones, la moratoria se acerca a su fin, y con esto se genera un entorno de incertidumbre, nerviosismo y especulación. La pregunta es: ¿realmente hay razones para tener miedo?
Antes de continuar, hago mi disclaimer de que muchos de mis análisis vienen de una perspectiva liberal, de libre mercado y libre empresa, donde las acciones de los actores del mercado, es decir tú y yo, impactan la economía, y que voy a mirar con cierto recelo las intervenciones del gobierno sobre aspectos de la economía (ehem… control de precios… ehem…)
En principio, la implementación de la moratoria permitiría a las personas estar tranquilas de que los bancos no ejecutarían las garantías de las hipotecas, préstamos u otros instrumentos financieros que las personas no pudiesen honrar a causa de las afectaciones económicas causadas por la pandemia. Esto, sin embargo, no podía ser forever and ever.
Desde que se aprobó la moratoria y los acuerdos con la Asociación Bancaria de Panamá, los bancos del país hicieron un llamado a sus clientes a acercarse, exponer su caso y buscar formas soluciones a sus situaciones puntuales (acuerdos privados, ¡yay!).
Según datos de la ABP, la mitad de los clientes se han acertado a sus bancos a negociar arreglos, que pueden ir desde arreglos de pago, reestructuraciones, consolidación de deuda, etc, pero aun quedan unos $17,000 millones (sí, diecisiete mil millones) en la calle.
Entonces, ¿se va a quedar el banco con mi casa?
En primer lugar, tenemos que entender que el banco quiere que la gente pague. Los bancos necesitan liquidez para poder prestar y poder seguir pagando intereses a los ahorristas y no hacen nada acumulando propiedades, ya sea viviendas, autos o equipos, que no van a poder vender y menos en una economía tan deprimida como la que tenemos hoy. Pero si la gente no habla con su banco, el banco va a asumir que es sinverguenzura del cliente y no que genuinamente tiene dificultades y no les quedará de otra que ejecutar las garantías … y por eso es tan importante que demuestren su intención de pagar.
Mientras tanto, en la Asamblea se están inventando una propuesta para extender la moratoria hasta diciembre, y honestamente, tengo mis dudas sobre si esta es una medida económica coherente o si es politiquería… Según representantes del sector bancario, extender la moratoria más allá de junio de este año sería nefasto, ya que aumentaría la incertidumbre y el nivel de riesgo percibido, lo que a su vez tendría otras consecuencias macroeconómicas bastante tétricas.
Ahora, algo en lo que siempre he creído, es que lo único en esta vida que no es negociable es morirse, por lo que, independientemente de lo que haga la Asamblea, lo más saludable es negociar con el banco antes de que un tercero decida por ti.