Desde muy joven me he mantenido ocupada… cuando era niña además de la escuela, tenía ballet, clases de música, típico, e incluso tomé clases de tenis un tiempo. Pensé que estando en la u las revoluciones iban a bajar algo, pero quedé metida en teatro, en un club social y en distintas organizaciones siendo estudiante de tiempo completo y trabajando para el periódico de mi universidad. El tiempo, milagrosamente me rendía para todo.
Ya fuera de la u, enfrentándome a las realidades del mundo laboral, me costaba un tanto más administrar mi tiempo, aun con que supuestamente tenía menos compromisos (menos, pero más grandes). Pasa que, a diferencia de la escuela o de la u, ya no tenía un horario estructurado y me tocaba establecer prioridades, e incluso aprender a decir que no.
A través de los años he desarrollado un par de hábitos con los que he establecido un ritmo de trabajo no solo óptimo para el logro de mis propios objetivos, sino liberar tiempo para desarrollar proyectos nuevos, y por qué no, hacer nada si así lo quiero.
- Has listas de quehaceres y priorízalos. Esto lo puedes hacer por nivel de importancia o basado en el tiempo que dispones para entregar un proyecto.
- Escríbelo todo. No importa si lo haces en una libreta de a dola, te compras una agenda con sticker, es importante que tengas tus pendientes visibles, además que la acción de escribir a mano, a diferencia de en tu teléfono o en la compu, te ayuda a recordar mejor eso que escribiste.
- Créate una rutina. Esto suena aburridísimo, pero establecer horarios y tiempos específicos para las tareas que debes realizar ayuda un mundo a no desperdiciar tiempo en tareas que no lo ameritan.
- Reduce tus distracciones. En mi caso, manejo tareas en las que necesito enfocarme, así que cierro la puerta de mi oficina y le bajo el timbre al teléfono de mi escritorio y mi celular.
- Revisa tu email en momentos específicos del día. Así eliminas la tentación de responder ese email que acaba de llegar y te desvía de lo que estás haciendo.
Todo requisito o tarea que llegue a tus manos parecerá importante, y toca saber distinguir entre qué es importante y qué es urgente. Esto no solo te hará más productivo, sino que tus colegas aprenderán que quieres respetar su tiempo de la misma forma que ellos esperan que tú respetes el suyo.