Faltan escasos días para las elecciones, las cuales serán las sextas elecciones libres en nuestro país desde la caída del régimen militar. A pesar de ser una campaña muchísimo más corta de lo usual (solo 60 días), se trata de una contienda particularmente álgida debido a los escándalos de corrupción, contratos chimbos y planillas brujas que se han destapado en los últimos años, además que es la primera vez que tenemos candidatos por libre postulación para la presidencia, un número record de mujeres aspirando a cargos de elección pública. Ni hablemos de que hasta hace unos días aun teníamos a un candidato haciendo campaña desde la cárcel…
En preparación para estas elecciones, desde Fundación Libertad, organizamos un taller de evaluación de propuestas electorales desde la perspectiva liberal, utilizando los ejes del Índice de Libertad Económica (Fraser Institute) e incluimos salud y educación, que son dos aspectos altamente sensitivos en los que nuestro país está hasta las patas.
Este taller requirió semanas de trabajo arduo leyendo los documentos publicados con las propuestas de los candidatos, clasificando sus propuestas en las distintas áreas (tamaño del Estado, seguridad jurídica, comercio internacional, regulaciones, salud y educación) y analizando las posibles consecuencias de estas. A continuación les comparto algunas cosas que aprendí de este proceso:
- No todos los documentos publicados pueden llamarse “Plan de Gobierno” propiamente dicho.
- En general, la redacción poco concreta, llena de buzzwords como “modernizar”, “transformar” o “revisar”, sin decir qué harán, cómo lo harán o en qué dirección proponen los candidatos que vaya ese proceso.
- Muchas propuestas parten de la premisa de que cierto aspecto no está normado, pero resulta que sí. Esto que demuestra desconocimiento, ya sea de los candidatos y/o de sus asesores en cuanto a la realidad jurídica del país.
- Asumen compromisos generales basados en acuerdos locales y normativas internacionales que no son de amplio conocimiento público y esperan que apoyemos tal cosa a ciegas.
- En el aspecto salud, existe un enfoque enorme en construir hospitales, cuando las peores deficiencias están en procesos burocráticos de compras de medicamentos, equipos e insumos, que mientras más sencillos o expeditos sean estos procesos, menor el riesgo a corrupción de pequeña escala.
- Incongruencia: por un lado proponen quitar impuestos y por el otro crear instituciones, y yo pregunto ¿cómo las van a financiar? Además que en política fiscal no puedes deshacerte de un tax sin reemplazar esa entrada de tributos.
- Tenemos la expectativa de ver a nuestros políticos haciendo cosas, en especial obras civiles, pero a veces, solo el hecho de que no interfieran, beneficia un montón.
- Como ciudadanos, necesitamos elevar la conversación de “un bando contra el otro” a temas de política pública.
Independientemente de las propuestas, mucho he escuchado gente decir cosas como “Ah, es que al partido X le toca”, o “votaría por X, pero no tiene chance”. Jóvenes, esto *NO* es un juego de azar. La oportunidad que tenga un candidato se la damos nosotros en las urnas y esta es la gente a quienes damos el poder de representarnos y tomar decisiones en nuestro nombre.
A mi opinión muy humilde, quedamos con la opción de votar por un candidato que genuinamente se acerque a nuestros valores o votar por el menos malo o votar por aquel candidato que más pueda hacerle contrapeso a aquel que no queremos que gane.
Al final del día, estas personas son políticos. No son héroes ni caudillos, ni santos mucho menos. Por quien sea que vayan a votar, háganlo a conciencia.
Sería bueno si compartieras fuentes que te hayan permitido saber por qué no era un plan de gobierno…y también más ejemplos sobre el no decir exactamente qué y cómo harán…o regulaciones no tomadas en cuenta.
Quizás puedas compartir ese «desmenuzar» el «plan» de quien gane para dar ciudadano seguimiento y compensar errorea o malas intenciones.
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