Autogoles financieros

A veces pasa, y es más común de lo que queremos reconocer, que nos damos autogoleadas con las que saboteamos nuestras metas a corto, mediano o largo plazo.  Ahora, lo importante no es tanto la metida de pata, sino saber salir de ella… Hoy, un par de esas historias:

Como cuando compré una propiedad sin dejarme un colchoncito

Pasó que no mucho después de un aumento de salario sustancioso y haber acolchonado mis ahorros por un tiempo, me hizo ojitos un letrero en un edificio en construcción y me dije a mi misma que ya era la hora de ser propietaria.

En efecto tenía suficiente dinero y un poquito más para el abono inicial y mi capacidad de endeudamiento daba, pero cuando vieron en el banco que el ingreso familiar provenía de un solo salario (el mío) empezaron a ponerme peros aun después de aprobado el préstamo.

Sinceramente, me daba pánico que el banco se echara para atrás y perder mi abono, así que con la ayuda de mi mamá hice un par de money moves con los que salimos de este lío:

  1. Pagué el remanente del préstamo de mi auto del cual tenía unas un par de letras pendientes para así “aumentar” mi capacidad de endeudamiento
  2. Busqué con el mismo promotor otro proyecto más pequeño y que me reconocieran lo que ya había pagado, lo que representaba un mayor porcentaje de esta otra propiedad.
  3. Le metí algo más de dinero al monto del abono inicial que estaba dando (préstamo sin intereses de mamá).

Luego de estas movidas quedé en una posición un tanto vulnerable en caso de una emergencia, pero por el lado amable, la ubicación del proyecto al que me cambié me resultó mucho más conveniente que el anterior.

O como cuando dejé que se me subiera la deuda de la tarjeta.

A veces uno escucha historias de deudas de $15,000 o $20,000 y te preguntas cómo alguien deja que la deuda se suba de esa forma, pero la verdad a cualquiera le puede pasar.

En mi caso, mi deuda solo fue una fracción de eso, pero sí me enseñó lo suficiente como para no repetir.

En lugar de pagar el mínimo de la tarjeta o venderle mi saldo a otro banco, pedí un préstamo en la cooperativa, a menor interés que el financiamiento de la tarjeta, pagué la deuda y empecé de cero, pero ahora con mucho (muchísimo) más cuidado.

Ahora lo que hago es solo uso mi tarjeta como puente para los beneficios, pagando con ella solo gastos recurrentes previamente presupuestados como gasolina o mi póliza de seguro, los cuales pago dentro de las siguientes 24 horas de la transacción.

En ambas instancias dos elementos importantes para salir de mi atolladero fueron asesorarme con alguien con más experiencia que yo, específicamente mi mamá, y tener ahorros de respaldo. Así que si caen alguna vez, no tengan miedo de hablar, no sea que se hundan más solo por no querer pedir ayuda.

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