Negociación: si no pides, no hay

Una mañana iba camino al trabajo y me suena el teléfono. Era una reclutadora que había visto mi perfil online y quería conversar sobre una posición que estaba buscando llenar. Dicha posición era similar a la de la cual ya me habían promovido hacía unos meses y me hice de la idea de que ese cambio no era atractivo para mí, sin embargo, en algún momento de la conversación salió que más adelante en el camino verían si a esta persona la promovían a gerente. Fue entonces cuando se me prendió el foco y pregunté por qué no buscaban directamente una gerente que pudiera darle estructura al departamento.

Para no hacerles el cuento más largo, en cosa de un mes me ofrecieron el cargo de gerencia y el salario que con mucho cuidado había calculado para compensar los beneficios que estaría perdiendo. Todo se veía super bien hasta cuando me indican que mi horario de trabajo sería de lunes a sábado, lo cual para mí era un potencial dealbreaker.

En su momento la reclutadora que llevaba mi proceso dijo que esa era una industria de 24 horas al día, 7 días a la semana, pero fue un argumento que fácilmente pude tumbar ya que yo también trabajaba en una industria de 24 horas al día, 7 días a la semana y el personal de oficina solo trabaja de lunes a viernes. La cosa es que al final le autorizaron a ofrecerme libre cada dos sábados lo cual consideré como un logro y lo acepté.

Empecé a trabajar y me ubicaron en la misma oficina con la nueva de finanzas (¡hola Rayza!). En lo que agarrábamos confianza, hablamos sobre las condiciones de nuestras contrataciones y resulta que ella había negociado no trabajar sábados at all y además, como ella llevaba el presupuesto de la empresa, supe que pude haber pedido hasta 33% más de salario.

Entonces… ¿qué aprendemos de esto?

En un artículo para Monster.com, Lee E. Miller, quien junto a su hija Jessica es autor de A Woman’s Guide to Successful Negotiating, habla de que generalmente vemos las ofertas de trabajo como alternativas entre las cuales escoger, y no como oportunidades de negociar. Y fue justo eso lo que me pasó: vi la oferta que me hicieron como algo a lo que solo podía decir “sí” o “no” y no empujé más por lo que quería porque ¿y si se van por alguien más?

De hecho, esto de no ver las situaciones como oportunidades de negociación fue uno de los tres principales errores que los Miller identificaron que las mujeres cometemos a la hora de negociar. Los otros dos fueron no negociar por nosotras mismas como lo haríamos por alguien más (en otro artículo leí que las mujeres negocian de forma efectiva en negociaciones representativas) y que no estamos dispuestas a decir no (porque las niñas buenas no hacen eso).

Ahora, para poder saber que este espacio existía (y que no lo aproveché) lo más importante para mí fue tener a alguien con quien conversar abiertamente sobre salario, condiciones y beneficios… de otra forma tal vez nunca me hubiese enterado. Otra cosa también que es crucial para negociar es tener material con qué sustentar tus solicitudes. Más allá de eso, nos tenemos nuestro propio team con quienes consultamos, revisamos, y verificamos y volvemos a leer… y así nos vamos.

Decía Benjamín Franklin que este mundo las únicas cosas seguras eran la muerte y los impuestos, pero ahora resulta que hasta los impuestos son negociables, así que tú dale.

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